El tratamiento de estimulación sensoriomotriz pretende la potenciación de la capacidad física, mental y comunicativa del niño, aprovechando las posibilidades plásticas del sistema nervioso central durante las primeras etapas de la vida, es decir del desarrollo global. Obviamente el éxito del tratamiento radica en habilitar para el niño un ambiente estimular óptimo en calidad, no solo en el espacio terapéutico sino en su medio natural. Para ello planificaremos actuaciones sobre el propio niño, en régimen de tratamiento ambulatorio, pero también sobre su familia y el entorno inmediato en el que se desenvuelve, trabajando, siempre que sea posible, en el propio ambiente natural del niño o con las personas que están en ese ambiente (familia, profesionales de la escuela infantil, etc.) siguiendo el denominado modelo ecológico de intervención y/o entornos competentes.
La estrategia de trabajo es siempre una intervención global, planificada, sistematizada y llevada a cabo a través de actuaciones que nos permitan incidir simultáneamente sobre todas las áreas del desarrollo, considerando al niño como globalidad.
La herramienta clave para desarrollar los tratamientos de estimulación sensoriomotriz es el juego. Estudios procedentes del campo neurocientífico han demostrado que las posibilidades de que el ambiente provoque cambios positivos y constatables en la organización del sistema nervioso son mayores cuando se deja al individuo interaccionar libremente con el entorno y de acuerdo con la conducta exploratoria típica de la especie. A la vez, la observación del niño en situaciones de juego espontáneo o dirigido por el terapeuta, nos permite también afianzar y profundizar en el diagnóstico de sus capacidades y limitaciones.