La práctica Psicomotriz debe ser entendida como un proceso de ayuda que acompaña al niño en su propio itinerario madurativo, que va desde la expresividad motriz y el movimiento, hasta el acceso a la capacidad de descentración (alrededor de los 6/7 años cuando aparece la capacidad evolutiva de fijar la mirada en su propia acción, es capaz de vivir como un ser independiente de todo lo que le rodea).
En las sesiones de psicomotricidad se respeta los potenciales de cada niño, convirtiéndose esta sala en un marco donde el niño puede expresarse a través de una gran variedad de canales de comunicación, expresión y creación, siendo el gran componente la expresividad: motora, comunicativa, cognitiva…
Por las características que presentan los usuarios que asisten a tratamiento en Astrapace (afectación física, psíquica, sensorial, déficit de atención, retraso psicomotor…), se considera un tratamiento donde el niño encuentra un lugar privilegiado para manifestar su expresividad motriz. Donde se observan sus producciones, manifestaciones, gestualidad, praxias globales y finas y su relación con el espacio y el tiempo.
El marco de referencia es de B. Acouturier que considera al niño:”Un ser cuya principal característica es la globalidad, en un periodo comprendido desde el nacimiento hasta los 7/8 años”.
Los espacios en los que se divide la sala de psicomotricidad son los siguientes:
1. Espacio Sensoriomotriz: donde se vivencia el placer del movimiento a través de una actividad motriz espontánea.
2. Espacio Simbólico: donde se desarrolla el juego de roles.
3. Espacio de Distanciamiento: placer de representar por construcciones, modelaje, dibujo y lenguaje.
Los objetivos principales del tratamiento de psicomotricidad son los siguientes:
1. Educar la capacidad sensitiva: A partir de las sensaciones del propio cuerpo, trata de abrir vías nerviosas para que la transmisión al cerebro de la información sea lo más rica posible.
2. Educar la capacidad perceptiva: Organización y estructuración de la información sensorial tanto del propio cuerpo como del ambiente, que se integran en esquemas perceptivos que dan sentido a la realidad.
3. Educar la capacidad simbólica y representativa: Mediante la simbolización, el niño puede jugar con los datos de la realidad sobrepasándola y elaborando imágenes mentales (descentración).